sábado, 19 de enero de 2013

Rehabilitación Inteligente


Rehabilitación inteligente


Asistimos en los últimos años a una revalorización del sistema de vida propio del entorno rural. Esto se ha debido a la unión de muchos factores: la búsqueda cada vez más generalizada de una mayor calidad de vida, los avances tecnológicos que facilitan el teletrabajo y los cambios experimentados en el mundo rural y el hecho de que están quedando en desuso muchas de las antiguas edificaciones con usos propios agrícolas o agrarios (molinos, pajares, cuadras, graneros…).

Convertir una de estas construcciones  en una vivienda o rehabilitar una casa de campo ya existente para dotarla de las comodidades necesarias no es tarea fácil, pero los resultados obtenidos bien merecen el esfuerzo.

Existen múltiples soluciones técnicas, sencillas y económicas para la adaptación de la vivienda tradicional a las actuales necesidades de confort, habitabilidad y estética, que además  permiten modernizar la casa tradicional sin perder su carácter.

Es importante, antes de decidirnos por una rehabilitación revisar los siguientes factores:

  • Estudiar la tipología de cada construcción, valorando las posibilidades que ofrece. Los huecos que tiene, si se pueden abrir más, la altura, si son espacios diáfanos…
  • Consultar la normativa vigente sobre la protección del patrimonio arquitectónico.

Antes de comenzar el proyecto de reforma o incluso antes de la adquisición, hay que informarse de la normativa de cada ayuntamiento en lo que respecta a la preservación de la arquitectura tradicional, pues aunque suelen limitarse a fijar la altura máxima y los materiales que se permiten emplear, hay algunas mucho más restrictivas, cuyo contenido puede entrar en conflicto directo con la actuación que pretendamos llevar a cabo.

  • Hacer un estudio previo de los puntos que más pueden encarecer la rehabilitación.

En la rehabilitación de cualquier edificio rural, hay una serie de puntos básicos que hay que revisar, y lo normal es tener que actuar sobre alguno de ellos si no en todos, pero merece la pena, al menos, saberlo por adelantado:

  1. Revisar la cubierta para detectar posibles filtraciones; si las hubiera habrá que levantarla para colocar tela asfáltica o placa ondulada bajo teja.

  1. Cambiar las vigas dañadas por la humedad o la carcoma, y limpiar las que vayamos a conservar. Para esto último es muy adecuada la técnica del chorro de arena.

  1. Impermeabilizar el suelo si se detectan humedades provenientes del mismo, con una capa de grava y otra de impermeabilizante, y asegurar la estanqueidad de las paredes.

  1. Asegurarse del correcto estado de los muros y consolidarlos en caso necesario.

  1. Resolver el aislamiento térmico, garantizando el confort de la vivienda. El aislamiento del tejado  y de la cara interior de los muros es conveniente en climas muy fríos, pudiéndose optar por materiales ecológicos como los paneles de corcho o celulosa, por ejemplo, o por soluciones prefabricadas como el panel sándwich que ofrece, en un mismo producto, aislamiento térmico, impermeabilización y superficie acabada (madera, aglomerado o yeso para pintar).

  1. -Contratar a una empresa especializada en rehabilitación. O como mínimo a contratistas de la zona con unas buenas referencias, pues en cualquiera de los dos casos, son profesionales acostumbrados a resolver los problemas con los que nos podemos encontrar y que podrán recomendarnos también artesanos para restaurar o copiar determinados elementos originales que nos interese conservar, manteniendo así el espíritu de la edificación original.

Fuente: casasrestauradas.com