Nuestra idea de proyecto es aprovechar las obras de reparación para recuperar valor patrimonial de los edificios, añadiendo mejoras en el rendimiento energético, en la funcionalidad y en la habitabilidad del mismo.
En estos momentos el principal problema para cualquier tipo de obra es la financiación. Hay cuatro tipos de financiación:
Administración publica. La administración pone a disposición de los propietarios distintos tipos de subvenciones o deducciones para favorecer el ahorro energético o la rehabilitación de los edificios.
La propiedad o los usuarios del edificio. Sobre todo en el caso de edificaciones aisladas o viviendas individuales.
Contratista o empresa de servicios energéticos que financie las obras en función del ahorro energético obtenido.
Una entidad financiera. Un banco.
Los sistemas de financiación pueden ser mixtos, con recursos propios del promotor (propietario o contratista), entidad financiera y subvención pública.
De todas formas, si no es posible plantear una reforma integral de un edificio, si que puede ser el momento de plantear rehabilitaciones parciales de instalaciones, revestimientos o elementos arquitectónicos como cubiertas o fachadas. No solo recuperando los elementos dañados, sino mejorando sus condiciones para dar funcionalidad y seguridad a los edificios (por ejemplo, caso de renovación de seguros).
ALGUNOS DATOS.
En España, un 60% de las viviendas han sido construidas antes de 1980, antes de la aparición de las primeras normativas técnicas, por tanto, están por debajo del estándar medio en instalaciones y en acondicionamiento térmico y acústico. En Canarias esta situación es aun más grave.
El tipo de vivienda ha ido variando durante los años, mientras en 1945 había un 52% de viviendas colectivas frente a un 14% de aisladas, al acabar 1980 había un 77% de vivienda colectiva frente a un 7% de vivienda aislada (el resto de las viviendas se pueden englobar como adosadas).
Por tanto el parque de viviendas a rehabilitar da dos perfiles básicos: vivienda aislada anterior a 1945, en zona rústica, y vivienda colectiva de entre 1945 a 1980 en zona urbana.
En los últimos años, además, ha habido una disminución del número de personas por vivienda. Lo cual favorece las obras de reforma interior y las mejoras en funcionalidad y habitabilidad.
Entre los años 1980 y 2008 se ha vuelto a incrementar el número de viviendas aisladas 12%, y viviendas adosadas 27%. Estas viviendas están dotadas de instalaciones más modernas pero ineficientes, algunas cuentan incluso con sistemas de refrigeración pero carecen de aislamiento térmico.
El resto de las instalaciones, como la iluminación, y los electrodomésticos carecen de la adecuada eficiencia energética.
¿Cómo conseguir que las obras de reparación de un edificio sean una inversión y no un gasto? La respuesta a esa pregunta es la REHABILITACION INTELIGENTE.
sábado, 7 de enero de 2012
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