ESTRATEGIAS.
En España, el 27 % de la energía consumida corresponde a los edificios del sector residencial y terciario. Este consumo se distribuye de la siguiente manera:
- Calefacción y refrigeración (38-59 %).
- Agua caliente sanitaria (27%)
- Iluminación (3%).
- Electricidad (22-7 %)
El elevado consumo energético, debido a las nuevas exigencias de confort, y al incremento de construcción de edificios, provoca de forma directa unas emisiones elevadas de CO2. No obstante, se sabe que hay un potencial de ahorro alrededor del 22 % con actuaciones de reducción de la demanda energética y de eficiencia energética en los equipos y sistemas.
Actualmente hay un marco legal favorable:
- La entrada en vigor del “Código Técnico de la Edificación, Documento Básico de Ahorro Energético. DB-HE.
- La modificación del “Reglamento de Instalaciones Térmicas de Edificios (RITE)”.
- La aplicación de la Certificación Energética (RD 47/2007 de 19 de enero )
- El Decreto de Ecoeficiencia . 21/2006 de 14 de febrero.
- Y las ordenanzas solares municipales (actualmente presentes en gran parte de las poblaciones).
- Limitación de la demanda energética.
- Eficiencia energética de las instalaciones de luz
- Agua caliente sanitaria con captación solar.
- Aportación fotovoltaica mínima.
- Rendimiento de las instalaciones térmicas de los edificios (RITE) (actualmente en revisión).
Tradicionalmente el hombre ha tenido en cuenta las condiciones climáticas y de entorno a la hora de diseñar los edificios, y ha condicionado su forma para tener el máximo de confort ambiental interior (confort térmico y lumínico). Con el aumento de la población, la ocupación del territorio y el incremento de exigencias de confort, no ha sido suficiente el diseño pasivo de los edificios y se han incorporado los sistemas activos, es decir las instalaciones, para llegar a niveles de confort más elevados.
El diseño pasivo de muchos de los elementos, supone incorporar soluciones adecuadas al clima y al ecosistema de la zona donde esté implantada la vivienda para poder conseguir confort interior, reduciendo al máximo las aportaciones energéticas que supongan consumo energético.
Las condiciones de confort en invierno y en verano son muy diferentes al igual que lo son para climas húmedos o climas secos. Los parámetros que se tendrán que controlar son: temperatura de sensación, movimiento del aire, humedad del aire, calidad del aire, nivel de iluminación, color de luz y deslumbramiento. Por lo tanto se deben prever estrategias para cada una de las situaciones.
Para controlar las necesidades energéticas, las estrategias en invierno son limitar las pérdidas (con aislamiento) y promover las ganancias (orientación ventanas, inercia).
Las estrategias en verano son limitar las ganancias (protección y control solar) y facilitar las pérdidas (ventilación).
En nuestro clima, utilizando elementos de captación solar en invierno y de refrigeración y ventilación natural en verano, los edificios consumirían muy poca energía para llegar a las condiciones de confort ambiental interior.